Crónicas de Chile – 1

Chile, un país de  17 millones de habitantes acaba de publicar los primeros resultados de su censo de población 2012. De ellos se deriva que el ritmo de envejecimiento poblacional es superior al previsto, habiendo llegado las personas mayores de 60 años a representar el 15,6% de la población.
Ocupa ahora el segundo lugar, tras Cuba, en número de mayores de 65 años (“viejos” dicen ellos sin complejos) de América Latina, y de acuerdo a las condiciones particulares de su pirámide de población en 2025 tendrán una situación parecida a la de muchos países del mundo desarrollado; esto es más de un 20% de población de “adultos mayores” (otra denominación que utilizan).  Lo avanzado de su proceso de transición demográfica y la posibilidad de ser en no muy largo plazo el país más envejecido de América Latina parece que ha hecho concienciar a las autoridades y expertos sobre la importancia de intervenir para propiciar los cambios técnicos, sociales y políticos necesarios.
En la actualidad Chile –como tantos otros países- está lejos de disponer de los medios y condiciones adecuados para hacer frente a las demandas específicas de la población mayor. Por poner un ejemplo, tan solo disponen de 25 geriatras en todo el país, y en términos de adaptación de entornos, tienen mucho por hacer.
Allí también preocupan, por ejemplo, las caídas de la población mayor y su enorme coste sanitario y social, pero falta una conciencia preventiva que se manifieste, por ejemplo en el diseño del espacio público. A modo de ejemplo vean en esta foto algunos “deslices” de diseño que se cuelan en las zonas de más moderna urbanización.

Una de las respuestas inmediatas frente a las consecuencias que puede tener el rápido ritmo de envejecimiento ha sido convocar a científicos de distintas especialidades y países para reflexionar sobre la situación, crear red y conocer cuáles son las líneas de trabajo que se están desarrollando a nivel mundial. Por la parte de la perspectiva de la adaptación de entornos y accesibilidad universal ACCEPLAN ha sido invitado, lo que ha supuesto una oportunidad inestimable de conocer a nuestros colegas chilenos y de otras partes, así como actualizar el “estado del arte” sobre las distintas dimensiones  del envejecimiento poblacional. Quiero presentar algunas notas y comentarios a partir de en algunas ponencias presentadas en estos Talleres Internacionales sobre Envejecimiento Poblacional celebrados en Santiago los pasados días 14 a 17 de enero de 2013.
Entre los ponentes que abordaron una perspectiva más social, comenzaré por el Dr. Alexandre Kalache (Brasil), director de la OMS entre 1994 y 2008, inventor del concepto de “active ageing” y gran promotor de la red de ciudades amigables con los mayores, extendida ahora por todo el mundo. Alexandre comenzó con una gran advertencia: “La gran conquista del siglo XX, la longevidad, no se puede convertir en un desastre social del siglo XXI”. En su discurso emocionó a la audiencia con un planteamiento de alternativas, de necesarios compromisos para garantizar los derechos de los mayores y cambiar las pautas de trabajo y ocio con que se ordena todo nuestro desarrollo vital. Es preciso reordenar el tiempo para dar entrada a una vida donde el trabajo se alargue más en la vejez, pero también ofrezca oportunidades de desarrollo de una vida privada y social más rica.
De este modo la idea de envejecimiento activo toma pleno sentido al eliminar la brecha del retiro, de pasar de 100% trabajo a 100% retiro, introduciendo un proceso final de trabajo a tiempo parcial decreciente donde no se pierda la experiencia acumulada ni se someta a las personas a una agotadora rutina laboral hasta el último momento.
Hay que recordar aquí que los sistemas de pensiones fueron concebidos en Alemania a finales del siglo 19, cuando la esperanza de vida era de 46 años, pero había que llegar a cumplir 65 para poder disfrutarlo. Resulta evidente que 130 años después, cuando la esperanza de vida posterior al retiro es de dos o tres décadas en vez de dos o tres años, no podemos seguir con el mismo sistema. Es preciso repensar y discutir el desarrollo de nuestro modo de vida y trabajo de acuerdo a la revolución de la longevidad, y hacerlo desde una perspectiva de derechos, pero también de viabilidad económica. No se trata solo de discutir el sistema de pensiones, puesto que tanto los modelos liberales de capitalización individual -como el chileno- como los propios de una economía social como la europea afrontan grandes desafíos financieros y de equidad ante el crecimiento de la tasa de dependencia (relación entre la población dependiente y la población productiva) por la transición demográfica.
En este sentido, también los que nos dedicamos a repensar los entornos y su configuración para adaptarlos a las necesidades funcionales de las personas, debemos aportar soluciones que no sólo han de facilitar la autonomía, actividad y participación en cualquier condición funcional y económica, sino maximizar su eficiencia. En esta era de austeridad, que previsiblemente se prolongará más allá de la crisis, el estudio de la viabilidad y sostenibilidad económica de cualquier medida de intervención pública será inevitable, y el control y evaluación de resultados deberá acompañar a cualquier programa. Lo que no necesariamente debe ser malo –más bien pensaría lo contrario-, si a la rentabilidad financiera se añaden criterios de rentabilidad social, equidad y valoración de externalidades. Es parte de la transparencia del sistema el conocer cuál es el uso que damos a los recursos y que alternativas existen; al hacerlo no necesariamente estamos decidiendo a favor de los que producen mayores retornos. La decisión política siempre cabrá, pero basada en opciones informadas y contrastables, más que en ejercicios de voluntarismo que puedan degenerar en una mala asignación o descontrol del gasto. Muchas políticas de gasto social son propiamente de inversión pública; habremos de demostrarlo cada vez más.
Pero volviendo a Kalache, puesto que el tema anterior daría pie a otros debates, no quiero dejar de comentar su concepto de “gerontolescencia”, una forma de denominar –no sin sentido del humor- a ese periodo de transición posterior al retiro en que se nos presentan nuevas oportunidades de vida, de viaje, de estudio… como consecuencia del alargamiento de la vida en condiciones de buena salud.
(….)
Nota: para no prolongar mucho este post, la semana que viene seguiré detallando otras interesantes aportaciones de esta conferencia. Aprovecho para agradecer al Dr. Jorge Allende y todo su equipo por la invitación, hospitalidad y gran organización de este evento, así como al convenio de colaboración bilateral entre la Unión Europea y Chile, que ha hecho posible la presencia de los ponentes europeos.
Fernando Alonso López, Director de ACCEPLAN